La plasticidad neuronal podría considerarse como una «invención de la evolución» para permitir que el sistema nervioso pueda escapar a las restricciones de su propio genoma (y su especificación celular altamente especializada), y así adaptarse a las presiones del medio, los cambios fisiológicos y las experiencias.
Los defensores de la «naturaleza», sostienen que los atributos humanos están única y principalmente condicionados por la genética, en oposición de los que creen que las influencias ambientales y la experiencia determinan las diferencias individuales.
El cerebro es intrínsicamente plástico y esa plasticidad representa el invento de la evolución para que el sistema nervioso pueda escapar a las restricciones de su propio genoma (y a la especificidad de sus células, altamente especializadas) y adaptarse a los cambios rápidos y a menudo impredecibles ambientales y comportamentales.
¿Cómo puede este conocimiento influir en
la pedagogía y la didáctica?
El extraordinario avance de las diferentes tecnologías y
su aplicación a las herramientas que se utilizan para estudiar el cerebro, han
permitido tener un conocimiento más riguroso de las diferentes estructuras y
funciones neurocognitivas. Gracias al desarrollo de tecnologías no invasivas de
digitalización cerebral y de neuroimagen (TAC, PET, MRI, MRA), y a la
experiencia adquirida en la práctica clínica, hoy tenemos un mejor conocimiento
sobre la plasticidad cerebral, las formas de estimulación más adecuadas y un
mejor conocimiento de las capacidades y operaciones mentales.
Sabemos que el aprendizaje provoca conexiones entre las
células. Las estructuras del cerebro se conectan a la vez que se desarrollan y
van adquiriendo conocimientos y destrezas gracias a la interacción con el
medio. Este proceso seguirá produciéndose a lo largo de nuestra vida, aunque no
con la misma intensidad en las diferentes etapas evolutivas.
“El aprendizaje necesita tener en cuenta el desarrollo del cerebro, con el objetivo de adaptar a cada edad la mejor circunstancia, para que ese aprendizaje sea más óptimo”. (Ana Fures).
“El aprendizaje necesita tener en cuenta el desarrollo del cerebro, con el objetivo de adaptar a cada edad la mejor circunstancia, para que ese aprendizaje sea más óptimo”. (Ana Fures).
Los elementos biológicos determinantes del aprendizaje
son la plasticidad cerebral gracias a las redes neuronales establecidas por “uso”
y períodos críticos: los niños nacen con un mayor número de relaciones
neuronales de los que necesitará en toda su vida, pero en la última etapa de
periodo intrauterino perderán aquéllas que no usan y mantendrán las que sí
necesitarán. Los neurocientíficos definen el cerebro como “un sistema
activo, con una base segura en conocimientos previos que comienza a preguntar
al entorno, con el objetivo inicialmente inconsciente y posteriormente
consciente de aprender.”
Mezclar las ciencias cognitivas y las neurociencias con
la educación, permite desarrollar “estrategias didácticas”, así como
“metodologías” más eficaces. También pueden ejercer una gran influencia en las
teorías y filosofía para “un aprendizaje significativo”.
Según Carr, con lo que ya sabemos respecto de esta
plasticidad cerebral, si tuviéramos que inventar un medio de reconfigurar
nuestros circuitos mentales de la manera más rápida y exhaustiva posible, “probablemente
acabaríamos diseñando algo parecido a Internet” (Carr, 2011: 144). Ferreiro (2011) afirma que dada la naturaleza integrativa,
visual, auditiva y kinestésica de las TIC, de la computadora y de internet en particular,
como asimismo de sus múltiples aplicaciones, los miembros de la “generación Net”
son predominantemente activos, visuales, propensos al intercambio y
emprendedores mediante el empleo de las TIC.
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